La segunda teoría más representativa dentro de la filosofía oriental, después de la ley del Yin Yang, es la Ley de los 5 Elementos o Cinco Movimientos.

Esta teoría observa la Naturaleza y determina que todos los seres y todas las cosas pueden ser clasificadas, en función de sus características, en cinco categorías que corresponden a los Cinco Elementos observados en la Naturaleza: Madera, Fuego, Tierra, Metal y Agua.

Las personas también tenemos estos 5 Elementos en nuestro carácter y personalidad. La combinación entre estos Elementos es tan original en cada uno de nosotros, que nos hace únicos y diferentes a los demás. No hay en el Universo una combinación igual a otra, por eso no hay dos personas iguales.

Sin embargo todos tenemos un Elemento de personalidad principal alrededor de los cuales giran los demás. Este Elemento principal es a partir del cual se originan nuestras reacciones y tendencias más profundas.

Conocer el Elemento principal de la persona nos lleva a entender su personalidad, sus virtudes y sus aptitudes, pero también sus vulnerabilidades y sus dilemas. Esto nos permite intuir qué es lo que más le conviene en todos los aspectos: laborales, emocionales, de pareja, deporte… pero también lo que debe evitar.

¿Cómo podemos conocer este Elemento predominante en una persona? Al igual que los 5 Elementos de la filosofía oriental llevan asociados cinco tipos de personalidad característicos, también se les asocia unos rasgos faciales determinados. El análisis del rostro de la persona nos da mucha información sobre su Elemento/s predominantes. Los rasgos faciales son nuestras señas de identidad y las experiencias vividas los van moldeando. El análisis de un rostro nos da una información muy valiosa para conocer a los demás, y por qué no…a nosotros mismos.

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