Había una vez dos mujeres muy especiales y con una gran tendencia a desafiar las convenciones sociales. Aunque eran completamente diferentes en apariencia y personalidad, compartían una sabiduría y originalidad que las destacaba del resto de la comunidad.
La primera mujer se llamaba Pepa. Una estudiante de psicología, bohemia, artista, poco convencional en su forma de vestir y pensar. Desde una edad temprana, leía a María Zambrano, Ludwig Wittgenstein, Mary Wollstonecraft , Aristóteles, Descartes, Simone de Beauvoir.. todo aquello que al llegar a sus manos, le hiciese pensar y desarrollar un pensamiento más libre. Ella anhelaba la libertad creativa, la exploración de nuevas ideas, desafiar y poner en duda todo lo que aprendía. Sin embargo sus lecturas más inspiradoras fueron los antiguos pensadores orientales: Lao Tse ,Confucio, Mozi, Shang Yang, Mencio, Zhu Xi. De ellos le inspiró su visión del mundo, el permanente cambio del universo, los valores humanos, la importancia de la paz interior, el tratamiento del ser humano como un todo. Ellos se convirtieron en su fuente de inspiración para adquirir otra perspectiva de la vida y del mundo.
La segunda mujer se llamaba Natalia. Natalia era analítica, científica, brillante y curiosa, siempre inmersa en sus libros de medicina, en los experimentos. Desde niña, mostró un talento natural para la ciencia y un afán insaciable por aprender. Mientras los demás se conformaban con las explicaciones tradicionales, Natalia se atrevía a cuestionar todo y a buscar respuestas más allá de lo establecido.
Natalia dedicó gran parte de su vida al estudio, no sólo de la medicina convencional sino de otras medicinas, algunas de ellas poco comprendidas en aquel tiempo. A medida que profundizaba en sus estudios descubrió que no existen varias medicinas, sino una, pero con diferentes formas de entender la salud y la enfermedad. Aunque algunos compañeros de carrera la desalentaban, Natalia no se dio por vencida. Persiguió su pasión con valentía y perseverancia, demostrando que la sabiduría no siempre se encuentra en las respuestas aceptadas, sino en el camino de la exploración y el descubrimiento.
Natalia y Pepa se conocieron casualmente dando formación en una empresa. Inmediatamente conectaron debido a su curiosidad compartida y su enfoque poco convencional de la vida. A medida que su amistad crecía, se convirtieron en una fuente de apoyo y aliento mutuo.
Juntas, Natalia y Pepa desafiaron los estereotipos y las expectativas de quienes las rodaban. Fundaron un Instituto llamado Yáo, que significa “medicina” pero una medicina entendida como la alegría de vivir. Inspiraron a otros a seguir su pasión y a entender que no existen rivalidades si somos capaces de ir a la profundidad de los conocimientos.
Cada día demuestran en sus clases lo importante que es trabajar, vivir y pensar auténticamente. Sus logros y su saber los hacen llegar a todos aquellos que quieran compartirlos con ellas. Afirman siempre que debemos ser originales y valientes para transformar vidas y cambiar el mundo.
Y así, la historia de Natalia y Pepa perdurará en el tiempo. Será un recordatorio eterno de que las mujeres sabias y originales también pueden salir de lo establecido para hacer un mundo mejor, más creativo y sobre todo más auténtico. Ellas siempre dicen en broma que quizá todo se deba a que las diseñaron en Marte y las fabricaron en Plutón.
Había una vez dos mujeres muy especiales y con una gran tendencia a desafiar las convenciones sociales. Aunque eran completamente diferentes en apariencia y personalidad, compartían una sabiduría y originalidad que las destacaba del resto de la comunidad.
La primera mujer se llamaba Pepa. Una estudiante de psicología, bohemia, artista, poco convencional en su forma de vestir y pensar. Desde una edad temprana, leía a María Zambrano, Ludwig Wittgenstein, Mary Wollstonecraft , Aristóteles, Descartes, Simone de Beauvoir.. todo aquello que al llegar a sus manos, le hiciese pensar y desarrollar un pensamiento más libre. Ella anhelaba la libertad creativa, la exploración de nuevas ideas, desafiar y poner en duda todo lo que aprendía. Sin embargo sus lecturas más inspiradoras fueron los antiguos pensadores orientales: Lao Tse ,Confucio, Mozi, Shang Yang, Mencio, Zhu Xi. De ellos le inspiró su visión del mundo, el permanente cambio del universo, los valores humanos, la importancia de la paz interior, el tratamiento del ser humano como un todo. Ellos se convirtieron en su fuente de inspiración para adquirir otra perspectiva de la vida y del mundo.
La segunda mujer se llamaba Natalia. Natalia era analítica, científica, brillante y curiosa, siempre inmersa en sus libros de medicina, en los experimentos. Desde niña, mostró un talento natural para la ciencia y un afán insaciable por aprender. Mientras los demás se conformaban con las explicaciones tradicionales, Natalia se atrevía a cuestionar todo y a buscar respuestas más allá de lo establecido.
Natalia dedicó gran parte de su vida al estudio, no sólo de la medicina convencional sino de otras medicinas, algunas de ellas poco comprendidas en aquel tiempo. A medida que profundizaba en sus estudios descubrió que no existen varias medicinas, sino una, pero con diferentes formas de entender la salud y la enfermedad. Aunque algunos compañeros de carrera la desalentaban, Natalia no se dio por vencida. Persiguió su pasión con valentía y perseverancia, demostrando que la sabiduría no siempre se encuentra en las respuestas aceptadas, sino en el camino de la exploración y el descubrimiento.
Natalia y Pepa se conocieron casualmente dando formación en una empresa. Inmediatamente conectaron debido a su curiosidad compartida y su enfoque poco convencional de la vida. A medida que su amistad crecía, se convirtieron en una fuente de apoyo y aliento mutuo.
Juntas, Natalia y Pepa desafiaron los estereotipos y las expectativas de quienes las rodaban. Fundaron un Instituto llamado Yáo, que significa “medicina” pero una medicina entendida como la alegría de vivir. Inspiraron a otros a seguir su pasión y a entender que no existen rivalidades si somos capaces de ir a la profundidad de los conocimientos.
Cada día demuestran en sus clases lo importante que es trabajar, vivir y pensar auténticamente. Sus logros y su saber los hacen llegar a todos aquellos que quieran compartirlos con ellas. Afirman siempre que debemos ser originales y valientes para transformar vidas y cambiar el mundo.
Y así, la historia de Natalia y Pepa perdurará en el tiempo. Será un recordatorio eterno de que las mujeres sabias y originales también pueden salir de lo establecido para hacer un mundo mejor, más creativo y sobre todo más auténtico. Ellas siempre dicen en broma que quizá todo se deba a que las diseñaron en Marte y las fabricaron en Plutón.